Una plácida e idílica mañana,
De hermoso despertar de primavera
Lanzaba dulces notas la campana
De una ermita del monte en la ladera…
Con el alma radiante de alegría,
Fui a postrarme a los pies de Nuestra Madre,
A darle gracias por ser Madre pía
De su grey al llevarnos hacia el PADRE…
Como arroyo que fluye el agua pura,
Derrama sobre el mundo sus bondades,
Suavizando dolores con ternura,
Y alejando por siempre las maldades …
Después de musitar mis oraciones
Ante el altar de aquella Madre tierna
Y
Le pido que mis súplicas atienda.
Al lado de la ermita un arroyuelo
Va travieso saltando entre las piedras,
Regando con sus aguas aquel suelo
Tapizado de flores y de hiedras.
Me adentré al descender, en la foresta,
De tupidos quilares y coligües ,
Junto a la luma el lingue y dura tepa
Entre los cuales trepan los copihues…
Sentía los gorjeos de las aves,
Los trinos melodiosos del chincol…
En tanto acariciaba brisa suave
Mi rostro ya curtido por el sol…
Vibraban mis sentidos de alegría
Al contemplar esa mullida alfombra
De flores en sin par policromía
Que el follaje protege con su sombra.
Entre esas maravillas naturales,
Se yergue enhiesta la sin par figura
De la ermita mariana entre los valles
Donde
El melodioso son de la campana
Todos los días llama a la oración,
Para dar gracias en cada mañana
Por tantos dones que nos da el Señor…
POEMA ORIGINAL.
P. RENATO ALVAREZ LIZAMA.
MISIONERO REDENTORISTA.
CONVENTO SAN ALFONSO.
CAUQUENES- 24---ENERO---2008..